Cultura ciudadana en estudiantes universitarios y del sena
CULTURA CIUDADANA EN COLOMBIA: PERCEPCIÓN DE ESTUDIANTES
DE PROGRAMAS UNIVERSITARIOS, TÉCNICOS Y TECNOLÓGICOS1
Ever José López Cantero2
Liliana Mileth Chambo3
José Ignacio Ruiz4
Universidad Nacional de Colombia
El presente artículo expone los resultados de la escala ISCC
"Indicador subjetivo de
cultura ciudadana" aplicada en el marco de la investigación sobre Democracia, Tejido
Social y Seguridad Humana, realizada en el año 2010 y replicada en el año 2012. La
escala consta de 19 ítems y fue aplicada a nivel nacional en los 32 departamentos del
país, a jóvenes estudiantes de programas académicos universitarios, técnicos y
tecnológicos. Los análisis presentan la distribución porcentual para cada opción de
respuesta en cada ítem de la escala, y un comparativo por departamentos según año de
aplicación. Los resultados señalan en ítem específicos que el 54% de los estudiantes
consultados actúa con solidaridad a veces, y el 31,5% a menudo. Los aspectos que la
gente en general percibe que se dan con menor frecuencia en su ciudad son: "lealtad",
"responsabilidad", "preocupación por el bienestar común", "tolerancia", "cumplimiento
de derechos" y "deberes con responsabilidad", y "respeto a las normas porque se
valoran la ciudad y sus habitantes". Finalmente a nivel comparativo se evidencia
cambios en la percepción de cultura ciudadana, resaltando departamentos como Caldas,
Córdoba, Guainía, Quindío, San Andrés, Risaralda y Vaupés, que muestran un nivel
mayor de cultura ciudadana percibida, para el año 2012.
Palabras clave
Cultura ciudadana, Representaciones, Programas académicos, Jóvenes, Ciudadanía
1 . Esta investigación estuvo financiada con recursos de los Proyecto Democracia, Tejido Social y Seguridad Humana, financiado en el año 2010 por la Vicedecanatura de Investigación y Extensión de la Facultad de ciencias humanas, mediante la convocatoria Orlando Fals Borda; y en el año 2012 por la Dirección de Investigación de la Sede Bogotá, mediante convocatoria: "proyectos de investigación, desarrollo, innovación y creación artística de la DIB" y la Vicedecanatura de Investigación y Extensión, mediante la convocatoria Orlando Fals Borda. 2 Psicólogo egresado de la Universidad Nacional de Colombia, Magister en Derecho, Profundización en Sociología y Política Criminal 3 Psicóloga, Universidad Nacional Abierta y a Distancia 4Licenciado en Psicología por la Facultad de Psicología de la Universidad del País Vasco, en 1992. Doctor en Psicología, Universidad del País Vasco. Programa: Psicología Social y Metodología. Calificación de la tesis: Sobresaliente cum laude. Máster en Criminología, Instituto Vasco de Criminología. Premio Jean Pinatel a la tesina.
This paper presents the results of the scale CCSI "Civic Culture Subjective
Indicator" wisch was applied in the context of the Project "Democracy, Social Networks
and Human Security (2010-2012). This indicator has 19 ítems, and scale was answered
by university, technical and technological students from the 32 departments of
Colombia. Analysis about distribution of response percentages on each item and a
comparison between application years and department samples were conducted. The
results show 54% people act with solidarity sometimes and 31.5% often. The aspects
that people generally perceive happening less in the city are: "loyalty", "responsibility",
"concern for the common good", "tolerance", "enforcement of rights and duties with
responsibility", and "respect for the rules because they are valued by the city and its
inhabitants". Finally, comparison between application periods show higher civic
culture perception in Caldas, Córdoba, Guanía, Quindio, San Andres, Risaralda and
Vaupés departments, for the year 2012.
Civic culture, Representations, Academic Programs, Youth, Citizenship
Al estudiar la ciudadanía se hace referencia habitualmente a zonas urbanas que
presentarían una organización especial, pero la ciudadanía tiene orígenes milenarios
como lo advierte Zapata-Barrero (2001, citado en Rincón 2006) al referirse tres
momentos históricos que permiten ubicar la noción de ciudadanía:
"la clásica griega
(participación en asuntos políticos), la romano cristiana (reivindicación frente a la
autoridad) y la hebraica (lealtad y auto sacrificio para el bien comunitario)"
La cultura ciudadana (CC) busca que los habitantes de una comunidad cumplan de
forma voluntaria con las normas, cumplan los acuerdos y cooperen según su propio
convencimiento, teniendo en cuenta la ley, y todo ello a través de la comunicación
permanente entre los ciudadanos (Plan de Desarrollo 2001, citado en Mokcus 2003).
Uno de los elementos más destacados para el fomento de una CC es la solidaridad.
Esta, según Lefevre (1991, pag. 29) se define como la "
plena unión de intereses y
responsabilidad en un grupo; comunidad de interés, objetivos y patrones"
. Durkheim
(1972) (Citado en Lefevre, 1991) describe una "solidaridad orgánica" que se establece a
través de los vínculos de cooperación desarrollados entre los individuos de una sociedad
derivados de la interdependencia que genera en cada miembro la labor del otro. Pero
dicha solidaridad también se ve reflejada en la convivencia del día a día y que tiene
como origen los acuerdos morales establecidos por el colectivo (Durkheim, 1972). Es
así como para este autor, la solidaridad es la base del orden social moderno.
En Colombia, una gran parte de la población considera que no existe solidaridad. El
estudio desarrollado por el Departamento Nacional de Planeación- DNP (2006)
encontró que prima la desconfianza. Esta se refleja en cifras que indican que la cuarta
parte de los colombianos no confía ni en la familia, y más del 90% no cree en personas
desconocidas. Estos resultados pueden ser reflejo de los niveles de corrupción e
inseguridad que enfrenta el país además de algunos aspectos culturales que se han ido
adoptando y que llevan en ocasiones a incumplir, violar acuerdos, hacer trampa,
engañar y evadir situaciones para obtener más fácilmente lo que se busca.
Pero es válido considerar la diversidad cultural con la cual cuenta el país para así
mismo observar que hay hábitos son consideradas como inadecuadas o reprochables en
unas regiones del país, que para otros pueden ser totalmente válidas y aún más,
consideradas como las más efectivas. Lo anterior hace aún más complejo que la
población en general llegue a acuerdos para fomentar el bienestar del otro o de la
comunidad en general, de forma cooperativa, dado el desafío que implica
comprendernos entre las diversas culturas de la población colombiana.
Mantener una comunicación armoniosa y cooperativa requiere la regulación de la
conducta. Para Mockus (1997) esta regulación se establece en las sociedades a través de
tres sistemas: la ley (norma formal), la moral (norma interna del individuo) y la cultura
(normas informales de grupo). Mockus (op.cit.) va a señalar que cuando la ley o la
moral entran en conflicto con la cultura, tiende a primar ésta; es decir, los individuos
actúan tomando como guía la norma grupal más que la ley o la moral. Aunque la
investigación en psicología transcultural ha matizado esta afirmación en el sentido de
que la norma de grupo sería un referente de conducta más importantes en las sociedades
colectivistas y las actitudes internas en las individualistas (Páez, Fernández, Ubillos y
Zubieta, 2003) es indudable el valor de esta aproximación: la inferencia de la norma
predominante en el grupo, por medio de la observación del comportamiento de los
demás y de las consecuencias de dicha conducta –si el infractor logra su propósito sin
ser castigado- (teoría del aprendizaje social de Bandura, en Norza, Ruiz y Rodríguez,
2012), o la presión sobre el comportamiento individual de la conducta de la mayoría,
como demostró Sheriff en sus estudios sobre la conformidad (en Cruces Montes, Gómez
Delgado, Luque Ramos, Muñoz García y León Rubio, 1998) son aproximaciones que
respaldan la formulación de Mockus (1997).
Estudio de la Cultura Ciudadana
La investigación de la cultura ciudadana desde las representaciones que los jóvenes
colombianos de programas universitarios, técnicos y tecnológicos tienen de los
fenómenos sociales cotidianos, implican la operacionalización del constructo de cultura
ciudadana y sus diferentes manifestaciones. De acuerdo con Ruiz (2007) la cultura
ciudadana es un proceso psicosocial en cuanto se puede reforzar de acuerdo a las
acciones ejercidas por el gobierno, o inhibir a causa del miedo al crimen o en menor
medida por la criminalidad objetiva. Desde la concepción de la ciudadanía, la cultura
ciudadana se asocia con el respeto entre con-ciudadanos, el uso responsable de los
servicios de la ciudad, sentimientos de afecto por la ciudad, el uso de los senderos para
transitar en bicicleta, participación en órganos de la administración pública de Bogotá o
en entidades ciudadanas de control de aquellos, y el cumplimiento voluntario de normas
(autorregulación), entre otros aspectos. Por tanto la cultura ciudadana es un conjunto de
normas, valores y comportamientos que enmarca múltiples ámbitos en los que se
desenvuelve la ciudadanía.
Los estudios de la cultura ciudadana se remontan a la división entre la regulación
jurídica y la eficacia colectiva como sistema de regulación social. Una hipótesis
planteada por Mockus (1994) sostiene que existe un divorcio entre la ley, entendida
como un conjunto de normas jurídicas acompañadas de mecanismos específicos y
garantías de naturaleza procedimental que garanticen el cumplimiento de las mismas; la
moral, constituida por los juicios o argumentos que la persona formula ante sí o ante
otros, en uso de su autonomía moral (ante su conciencia); y la cultural, la cual involucra
los comportamientos deseables o aceptables con independencia frente a lo que dice la
ley o el juicio moral individual o general, más bien se basa en el contexto cultural.
Para Mockus (2001), la ley, la moral y la cultura son los tres sistemas que regulan
el comportamiento humano, y el autor argumenta que a partir de la desarticulación entre
estos tres sistemas se explican las dificultades clave de la convivencia; por tanto, tras la
argumentación de su hipótesis promueve la iniciativa denominada cultura ciudadana, la
cual genera un conjunto de programas y proyectos que tendrían como fin fomentar la
convivencia ciudadana mediante un cambio conductual consciente en Bogotá, las
acciones estarían dirigidas a subsanar la desarticulación entre los sistemas que regulan
el comportamiento, a través de la interacción "intensificada", hipótesis desarrollada por
Carrillo (1991, citado por Mockus 2001). Según Zambrano (2002 p. 9) la cultura
ciudadana es producto de una constante evolución, y la profesionalización de aquellos
aspecto evolucionados, que a través de la historia se construyen hasta llegar a ser en la
actualidad un espacio de representación de la nueva realidad política: la igualdad,
representada, entre otros elementos, por el libre acceso al espacio público y a la
homogenización del paisaje social urbano.
Si bien la cultura ciudadana enmarca una gran cantidad de variables que pueden ser,
como se mencionó más arriba, reforzadas por acciones implementadas por el gobierno o
la propia comunidad, o inhibidas a causa del miedo o la criminalidad objetiva, y que
además enmarca no solo costumbres, responsabilidades, deberes, derechos,
sentimientos, participación, normas y autorregulación Ruiz, (2007a); sino que además
involucra aspectos legales, morales y culturales que de acuerdo a su adecuado o
inadecuado engranaje serán detonantes de dificultades de convivencia Mockus (2001),
así mismo lleva implícito un componente evolutivo que ha permitido a través de los
años identificar una nueva realidad política que propende por la igualdad (Zambrano,
2002). Si se presta atención a las convergencias de los tres autores, es evidente que en
sus posturas está implícito el componente político-legal, desde el cual se deben ejecutar
acciones que permitan una mayor satisfacción por parte de la ciudadanía y dieran por
resultado el incremento de sentido de pertenencia por su ciudad, el respeto por el otro y
la autorregulación.
Sin embargo aun cuando es evidente la participación político legal en la cultura
ciudadana, también es pertinente revisar por qué la cultura ciudadana se refuerza o
inhibe. Para tal fin Ruiz (2007 b) a través de un estudio identifica las relaciones
encontradas, entre la percepción de cultura ciudadana, el miedo al crimen y la
victimización criminal objetiva; y encontró que a mayor nivel de percepción de cultura
ciudadana se asociaron menores niveles de miedo difuso y una mayor satisfacción con
la policía. Por cuanto es claro que dependiendo de las acciones realizadas por el
gobierno en aras de reducir la criminalidad, que es la que origina el miedo tanto difuso
como concreto y a su vez, este miedo es el que disminuye el nivel de percepción de la
cultura ciudadana, es necesario para que la cultura ciudadana sea no solo percibida sino
ejercida de forma activa y constante, que el gobierno ejecute acciones que propendan
por la minimización del la criminalidad, pero aunado a estas acciones deben
implementar programas pedagógicos que trasciendan a escenarios educativos
tradicionales tales como la escuela y la familia; de acuerdo con Tedesco (1996) vivimos
en un periodo en el cual las instituciones educativas tradicionales -familia y escuela-
están perdiendo capacitada para transmitir valores y pautas culturales. Con respecto a la
escuela es bien sabido, según este autor, que la cultura escolar se ha aislado de la cultura
social y el dinamismo del cambio social, permaneciendo relativamente estática e
inmodificable; por su lado, la familia ha perdido la capacidad de transmitir cultura y
sistemas de valores; pues la modernización social a promovido la incorporación de la
mujer en el mercado laboral, la tendencia a reducir el número de hijos, el aumento de
separaciones, hijos que viven solos o solo con un padre. Por tanto el desafío que
enfrentan los procesos de construcción de una nueva cultura ciudadana consiste, en
consecuencia, en ofrecer alternativas no-excluyentes, alternativas tolerantes y pacificas
a la demanda de formación ética (Tedesco 1996). Por tanto la implantación de una
nueva cultura ciudadana es un proceso que requiere de acciones dispuestas por el
gobierno que permitan a la ciudadanía percibir mayor nivel de seguridad, pero esto debe
ir de la mano con un significativo cambio en las herramientas pedagógicas que
contemplen no solo la instrucción de diversos contenidos, sino también ejerciten los
procesos de autorregulación de cada individuo, pues según (Tedesco 1996) nuestra
cultura tiene esto de particular: estimula un espíritu extremadamente competitivo,
favorece los sentimientos agresivos que excitan la rivalidad, pero convierte en tabú la
agresividad misma.
Por ejemplo, el decidir si se comete o no una conducta delictiva se puede regir ya sea
por la ley y las consecuencias de no respetar esta, o quizá por lo que culturalmente seria
desaprobado (o aprobado) y con ello la evaluación moral de la decisión tomada (DNP,
2006). Las normas en la construcción de Cultura Ciudadana son parte de los
mecanismos empleados para regular la convivencia en las sociedades. Estas se
establecen formalmente a través de representantes de la comunidad5 para lograr resolver
los problemas de convivencia a los cuales se deba enfrentar. Un ejemplo son los
Códigos de Policía (en Bogotá, también denominado Código de Conviencia) que define
cada municipio o departamento.
Algunos resultados del DNP (2006) relacionados con la ley muestran que en la
ciudad de Bogotá el 63.8% de los encuestados "manifiestan admiración, gusto o
acuerdo frente a la ley", mientras que en las ciudades de Pereira, o Bucaramanga los
porcentajes son del 36% y 34% respectivamente. También, al indagar por si "se justifica
la desobediencia de la ley cuando es la única manera salvar la propia vida" se halló que
en Bogotá con un 80.3%, Pereira 81.8%, Medellín 80% aprueban tal situación. Estos
resultados llevan a considerar el sistema legislativo y las normas vigentes establecidas
en el país. La desconfianza en el otro y en el Estado puede llevar al ciudadano a
reevaluar constantemente las leyes y las normas, llevando en ocasiones al
incumplimiento y la posible afectación negativa hacia los demás dándole prioridad al
bienestar propio.
La cultura ciudadana permite a las comunidades desarrollar una comunicación
no
violenta que transforme la interacción entre los habitantes, conllevando la expresión de
sentimientos y necesidades de una forma no violenta (Mokcus, 2003)
Conducta Prosocial y Cultura Ciudadana
Es necesario establecer mecanismos y programas formativos para que los niños y
jóvenes de Colombia interioricen las reglas y percepciones morales culturalmente
aceptadas. Esto se adquiere por medio del adulto con el que se tiene vinculación 5 Con "formalmente" nos referimos a la materialización de las orientaciones normativas en forma de leyes, códigos, decretos, etc., según el nivel de actuación del emisor de tales normativas. Ahora, ello no excluye la posibilidad de que la cultura ciudadana pueda ser fomentada o fortalecida desde las comunidades.
afectiva, y es la familia es el primer vinculo y posteriormente las instituciones
educativas con los docentes como agentes de formación. Todo este requerimiento
cultural aceptable se va interiorizando con el tiempo, al controlar y regular sus acciones
en anticipación de consecuencias sociales; esto quiere decir según Batson & Coke
(1991), que si generamos esa empatía con el otro donde la persona provoca que se
comparta su mismo estado emocional ya sea de forma positiva o negativa y cuando se
experimenta deseos de ayudar, se tiene compasión y se piensa en el bienestar del otro;
cuando somos capaces de interpretar esa inquietud, malestar y ansiedad del
conciudadano podremos generar Cultura Ciudadana.
6En nuestro país vemos considerablemente los niños y adolescentes fijan mucho su
atención en programas televisivos que desarrollan patrones de comportamiento, y
aunque no se ha identificado como tal un nexo causal; se han hecho investigaciones para
determinar la relación entre televisión y comportamiento desde los años ochenta según
Rincón (2002). En este sentido el interés ha sido el impacto sobre el desarrollo de
aprendizajes a partir de la exposición al medio. Como mostraron Bandura y Ross (1963)
cuando los niños están expuestos a un modelo agresivo, imitan esta clase de conductas
en situaciones de juego y posteriores; estos modelos los encontramos en medios de
comunicación televisivos.
Es por esto que vemos que el papel real es de los padres, quienes fundamentan las
bases de cómo se perciben y autovaloran; motivando la 7autonomía, afirmación y
autorregulación; integrándolo culturalmente y adecuándolo a modos y contenidos de
regulación social que les permitirá una activa socialización. Es por esto que deben
exigir, controlar promulgando un punto disciplinario más que punitivo ser flexible con
las necesidades de sus hijos; estos esfuerzos con el objetivo de lograr adaptación, ya que
si hay negligencia y falta de compromiso ellos buscan como ceñirse a un contexto social
de aceptación así sea modelado por los comportamientos vistos en otros o generado por
Con todo esto deberíamos ser consientes que al desarrollar todos una conducta de
ayuda a otros de manera más espontanea, generamos una acción benéfica y directa que
aportaría mucho a la sociedad colombiana; ser desinteresados hacia la necesidad del
6 Marithza Sandoval Escobar (2006) "Los Efectos De La Televisión Sobre El Comportamiento De Las Audiencias Jóvenes Desde La Perspectiva De La Convergencia Y De Las Prácticas Culturales" en Revis ISSN 1657-9267,, págs. 205-222 7 Facultad de psicología – UBA/Secretaria de investigaciones/volumen XVII.
otro da un altruismo y convicción de que es lo correcto y motiva a otros a seguir estos
mismo pasos para el beneficio de los conciudadanos.
Según Robert Trivers (2002) representante de la investigación sobre los factores
biológicos y altruismo reciproco; ayudar a un individuo aumenta la probabilidad de
recibir el mismo "favor" para ellos mismos o para la familia, esto quiere decir que la
persona espera algún tipo de recompensa, está motivado a involucrarse en una situación
inesperada y a obtener una autoimagen positiva al saberse prosocial.
Las Normas Sociales
Estos son 8derechos fundamentales económicos, sociales y culturales con un
reconocido contenido esencial; todo con el objetivo de otorgar una mejor calidad de
vida; esto implica la existencia de un Estado activo en la promoción del bien común y
brinda un mínimo básico de prestaciones positivas al respecto de salud, educación,
condiciones laborales y seguridad social, desarrollándose acciones jurisdiccionales
idóneas para la protección de tales derechos y establecer límites; por ello se obliga a
establecer un estado democrático como una aproximación que fortalezca los derechos y
De acuerdo con McDavid y Harari (1968), las normas suelen ser mecanismos
conservadores, que tienen como regla a mantener el status dentro del grupo; 9son
aquellas que promueven la solidaridad social, igualdad y lazos de cohesión
indispensables para establecer un nuevo orden; en nuestro país encontramos delitos
contra la vida, la integridad personal, delitos contra la libertad individual, entre otros. Y
está en la sociedad el regular estos comportamientos violentos y poco honestos,
haciendo explícita la importancia de la acción individual en los procesos de
Para esto el estado social ha presentado tres condiciones: 101) el individuo es
incapaz de satisfacer por si solo sus necesidades básicas, 2) surgen riesgos sociales que
no pueden ser enfrentados por las vías tradicionales basadas en la responsabilidad
individual; 3) se desarrolla la convicción social de que el estado debe asumir la
responsabilidad de garantizar a todos los ciudadanos un mínimo de bienestar. Hoy más
8 Nogueira, H. (2006) Los Derechos Económicos, Sociales Y Culturales Como Derechos Fundamentales Efectivos. 9009)
10 Contreras Peláez, Francisco José (1996
)
que nunca dependemos de otros y no solamente de nuestro entorno más inmediato como
lo es la familia o la gente de nuestra comunidad más inmediata.
Contreras Pelaez (1996) recuerda cuatro factores de vulnerabilidad que han
generado respuestas jurídicas durante el siglo XX como lo son él:
Desempleo: seguros, redes de asistencia social.
Crisis de la familia: de ancianos o que tengan algún tipo de discapacidad.
Inmigración: presenta desintegración familiar, exceso de carga para la mujer,
escasa preparación para el trabajo, dificultades de integración social.
Factor del Sexo: Procesos de "feminización de pobreza"
Es responsabilidad cívica estar al tanto de estos fenómenos que se encuentran
afectando la sociedad y el ideal es apoyar la opción de generar estos espacios por medio
de mecanismos institucionales que sean capaces de responder a los riesgos sociales.
Identidad y Sentido de Pertenencia
La identidad está ligada a la distinguibilidad de las cosas, así como de las personas;
las cosas solo pueden ser distinguidas, definidas, categorizadas y nombradas a partir de
rasgos objetivos observables desde el punto de vista del observador externo; mientras
que en las personas, la posibilidad de distinguirse de los demás, tiene que ser reconocida
por los demás en contextos de interacción y de comunicación, por tanto las personas no
solo están investidas de una identidad numérica como las cosas, sino también de una
identidad cualitativa, que se forma, se mantiene y se manifiesta, en y por los procesos de
interacción y comunicación social (Habermas; 1987, II, 144-145, citado por Giménez).
Algunos elementos diferenciadores en el caso de la identidad de las personas, según
Habermas (1987) son:
1) la pertenencia a una pluralidad de colectivos (categorías, grupos, redes y
grandes colectividades).
2) la presencia de un conjunto de atributos idiosincráticos o relacionales.
3) una narrativa biográfica que recoge la historia de vida y la trayectoria social
de la persona considerada.
Por lo tanto, el individuo se ve a sí mismo - y es reconocido – como
"perteneciendo" a una serie de colectivos; como "siendo" una serie de atributos; y como
"cargando" un pasado biográfico incanjeable e irrenunciable (Giménez, 1993).
De acuerdo con lo anterior la identidad nace eminentemente de una necesidad de
distinguibilidad del ser humano, y dicha distinguibilidad comprende la pertenencia
social (inclusión de la personalidad individual en una colectividad hacia la cual se
experimenta un sentimiento de lealtad); atributos identificadores (se trata de un conjunto
de características tales como disposiciones, hábitos, tendencias, actitudes o capacidades,
a lo que se añade lo relativo a la imagen del propio cuerpo) Lipiansky (1992,122, citado
por Giménez); la narrativa biográfica se relaciona con la distinguibilidad de las
personas, ya que remite a la revelación de una biografía incanjeable, relatada en forma
de "historia de vida (Giménez, 1993).
Si bien la identidad comprende varios aspectos, y a su vez sirve para diferenciar y
distinguir la individualidad de cada persona, también es pertinente introducir el término
de identidad nacional, propuesto por Traverso-Yépez (1996) quien la define como un
sentimiento o conciencia de pertenencia autoatribuido a un grupo de personas. Por lo
tanto una persona provista de identidad trae implícito el sentimiento de pertenencia a
una comunidad, bien sea a nivel local, nacional o internacional; según Giménez (1993)
la nación desde la dimensión antropológica, es una comunidad imaginada e imaginaria,
que constituye una identidad colectiva analizable a partir de una psico-antropología de
lo imaginario o de una teoría de las ideologías como la esbozada en las mitologías de
Barthes, 1957, citado por Giménez (1993). Por tanto la nación es una comunidad
imaginaria construida simbólicamente según el modelo de la familia (identidad
genética), de la etnia (identidad étnica), y de la comunidad religiosa y particularizada
por mitos de masa nacionales, propios y específicos (Giménez, 1993). Estos modelos de
identidad, son en sí mismos modelos de los cuales a lo largo de la vida se aprende él y
se adquiere el sentido de pertenencia, que en un comienzo es en grupos sociales más
próximos y paulatinamente se expanden a otros niveles tanto locales, departamentales,
nacionales e internacionales.
Cuando hablamos de identidad, es pertinente hablar de identidad social, dentro de la
cual viene implícito el concepto de pertenencia. De acuerdo con Tajfel (citado por
Valera, Pol. 1994) la identidad social es aquella parte del autoconcepto de un individuo
que se deriva del conocimiento de su pertenencia a un grupo o grupos sociales
juntamente con el significado valorativo y emocional asociado a esta pertenencia de
manera que la identidad social de un individuo también puede derivarse del
conocimiento de su pertenencia a un entorno o entornos concretos, juntamente con el
significado valorativo y emocional asociado a estas pertenencias Tajfel, (1981, p. 292
citado por Valera y Pol. 1994).
De acuerdo con Traverso Yépez (1996) la identidad nacional es un proceso
psicosocial estrechamente ligado a la praxis social y política de los sujetos. Por tanto se
puede concluir que la identidad no solo le sirve el individuo para distinguirse de los
demás, si no que es una vía necesaria para poder categorizar su pertenencia a un
determinado grupo social y, a su vez, dicha pertenencia le permite un mayor menor
grado de participación. En lo que a la ciudad se refiere, se ha propuesto el concepto de
identidad social urbana, que reúne los mismos componentes que los otros niveles de
agrupación humana. Así, para Valera y cols. (1998), aquella consiste en una
subestructura de la identidad social, relacionada con procesos de apropiamiento espacial
a nivel grupal y comunitario y con un sentido de pertenencia como categorización
social. La identidad social urbana implica múltiples dimensiones, como la territorial, la
psicosocial, la temporal, la conductual y la social.
La Participación Ciudadana
La participación en principio, significa "tomar parte": convertirse uno mismo en
parte de una organización que reúne a más de una sola persona. Pero también significa
"compartir" algo con alguien o, por lo menos, hacer saber a otros alguna noticia. De
modo que la participación es siempre un acto social: nadie puede participar de manera
exclusiva, privada, para sí mismo. Ser partícipe de todos los acontecimientos que nos
rodean es, sin embargo, imposible. No sólo porque aun la participación más sencilla
suele exigir ciertas reglas de comportamiento, si no porque, en el mundo de nuestros
días, el entorno que conocemos y con el que establecemos algún tipo de relación tiende
a ser cada vez más extenso. No habría tiempo ni recursos suficientes para participar
activamente en todos los asuntos que producen nuestro interés (Merino, 1995).
Por lo que debemos ser individuos activos y participativos, pero enfocándonos en
asuntos que sean de nuestro total interés, claro está sin dejar de lado los actos
participativos propios de la ciudadanía que debemos llevar a cabo. De acuerdo con
Puerta López, Pérez Múnera, Idárraga Sepúlveda & Múnera Duque, (2006) la
participación impulsa a los ciudadanos a llevar a cabo acciones relacionadas con la
adopción de decisiones, que influyen en los resultados, e intervienen de manera
autónoma e intencionada con los asuntos públicos. En las sociedades participativas, la
gente es alentada a participar, a intervenir en la toma de decisiones y a influir en el
desarrollo de la comunidad. Existe un sentido de ciudadanía e identidad, un espíritu de
servicio voluntario y de participación cívica y política. Por medio de la participación,
las personas y las organizaciones sociales, generan iniciativas, fiscalizan la
administración pública, acuerdan con el gobierno estrategias de acción, programas y
proyectos para la solución de problemas.
De acuerdo con Puerta López, Pérez Múnera, Idárraga Sepúlveda & Múnera
Duque, (2006) la participación bien entendida y ejercida se convierte en una
herramienta que combate el conformismo, la dependencia y la injusticia social, ya que
la autentica participación, hace que las decisiones y los programas sean enriquecidos
por el conocimiento y las experiencias de otras personas, lo que aumenta la posibilidad
de que se trabaje sobre necesidades reales de la comunidad, al mismo tiempo que se
tornan más eficientes por el compromiso de la comunidad en la ejecución y control.
Metodología
El estudio partió de la aplicación de la escala Indicador Subjetivo de Cultura
Ciudadana (ISCC) compuesta por 19 ítems que exponen situaciones que permiten
establecer la percepción de los encuestados con relación a la cultura ciudadana. Esta
encuesta se aplicó en los años 2010 y 2012 (inicios del 2013 para algunas regiones) a
estudiantes universitarios y de carreras técnicas y tecnológicas de las 32 ciudades capital
de Colombia. La muestra total la constituyen 4000 estudiantes aproximadamente en el
año 2010 y 3500 en el 2012.
La edad media de los participantes es de 21,73 años con desviación típica de 4,38
años, entre los 16 y 30 años, aunque el 90% de los sujetos con edad igual o inferior a los
27 años. El 61% de los participantes fueron mujeres, y el 37, 3% hombres, con un 1,7%
de sujetos que no respondieron este dato; en lo referente a su estado civil, el 85% eran
solteros/as, seguidos de un 8,4% de sujetos conviviendo en unión libre. En cuanto al
tipo de estudios o institución de pertenencia, el 52,8% son del SENA y el 47,2% de
universidades. Por esto mismo, el 95,7% se identifican como estudiantes en su
ocupación (por la edad y/o por el tipo de formación específica que estén estudiando es
posible que el 4,3% complementario del porcentaje anterior, esté simultaneando
actividades de estudio y laborales, por lo cual no se hayan identificado como estudiante
al indicar su ocupación).
Resultados
En la tabla 1 se ofrece la distribución de puntuaciones entre las cuatro opciones de
respuesta de cada ítem de la Escala de Cultura Ciudadana incluida en el cuestionario de
esta investigación. Entre otros aspectos se encuentra que con relación al primer ítem,
sobre si se actúa con solidaridad y colaboración entre los conciudadanos el 54%
respondió a veces, mientras que para el 31,5% lo perciben a menudo.
Sobre el ítem del respeto de normas básicas de la convivencia ciudadana, el 47,9%
respondió que en general a veces se actúa de dicha manera, mientras que un 5,7%
respondió que nunca se respetan las normas básicas de la convivencia ciudadana. De
otro lado, para el 63.4% de la muestra, sólo a veces se actúa con lealtad ante los demás
ciudadanos, frente al 24.2% que cree que a menudo o siempre. Sobre el respeto hacia
los demás ciudadanos, respondieron; a veces un 50,6% y a menudo un 34.8%.
En general, de acuerdo a los porcentajes más bajos en la opción de "siempre", los
aspectos que los estudiantes en general perciben que se dan con menor frecuencia en
Colombia son: la lealtad, responsabilidad, preocupación por el bienestar común,
tolerancia, cumplimiento de derechos y deberes con responsabilidad, y el respeto a las
normas porque se valoran y a la ciudad y sus habitantes. En cada uno de estos aspectos,
la opción "siempre" es escogida sólo por menos del 5% de los encuestados. De otro
lado, los aspectos que se perciben con mayor frecuencia son el querer y el identificarse
con la ciudad, según los porcentajes entre el 15% y el 18% en la opción "siempre". En
general, como se observa en la tabla 1, la categoría con mayor porcentaje de respuestas
es
a veces.
Tabla 1. Distribución porcentual global de las opciones de respuesta en la ISCC
Nunca veces
menudo Siempre
1 Se actúa con solidaridad y colaboración entre 3,4% 54,0% 31,5%
los conciudadanos
2 En general, se respetan las normas básicas de 5,7% 47,9% 34,7%
la convivencia ciudadana
3 La gente actúa con lealtad con la ciudad
12,4% 63,4% 20,5%
4 Hay respeto por los demás ciudadanos
5 La ciudad es cuidada por sus habitantes
10,7% 53,5% 27,1%
6 La gente actúa con responsabilidad por su
7 La gente quiere la ciudad
8 Los ciudadanos se preocupan por el bienestar 13,2% 58,7% 24,7%
9 Este lugar es valorado por sus habitantes
10 Existe un sentimiento de unión entre los que
11 Los ciudadanos están comprometidos con el
lugar en el que viven
12 Se participa en los proyectos y actividades
relacionados con el desarrollo de la ciudad
11,8% 53,4% 28,2%
13 Los habitantes se sienten identificados con la 4,5% 40,5% 36,7%
14 La gente siente afecto por la ciudad
15 Los ciudadanos muestran tolerancia entre sí
16 La gente cumple con agrado sus
responsabilidades y deberes como ciudadanos 7,7%
17 La gente respeta la ley porque cree que es lo
14,2% 55,0% 25,1%
mejor para todos
18 Las personas respetan las normas ciudadanas
porque las valoran y existen en beneficio de
10,3% 60,9% 24,1%
19 La gente es capaz de respetar la ciudad y a los
conciudadanos sin necesidad de un policía
24,8% 49,9% 20,6%
La siguiente gráfica muestra los promedios de cultura ciudadana ciudadana (en una
escala de 1 a 4) por capital de Departamento. Sin embargo, preferimos emplear el
término "Departamento" porque también se obtuvo en cada ciudad respuestas de
algunos estudiantes que vivían en municipios diferentes a la capital.
Hay que tener en cuenta que el promedio oscila para casi todas las ciudades entre
2,00 y 2,80. Se puede apreciar, por otra parte, en el gráfico anterior cambios algo
llamativos (recordar que los cambios entre uno y otro año son de décimas, en los casos
de mayor diferencia), en Córdoba, Norte de Santánder, San Andrés y Providencia, sobre
todo; en cambio, los puntajes son prácticamente similares en Cundinamarca (en
realidad, casi todos de Bogotá), Caldas, Casanare, Guaviere, La Guajira, Magdalena,
Meta, Putumayo, Santander, Sucre o Valle del Cauca.
Caldas, Córdoba, Guainía, Quindío, San Andrés, Risaralda y Vaupés son las
muestras que muestran un nivel mayor de cultura ciudadana percibida, para el año 2012.
Cambios llamativos entre las dos aplicaciones se hallan en San Andrés y Risaralda,
con los niveles bajos de cultura ciudadana en el año 2010 y más positivos en el 2012, y,
al contrario, en el César, Huila y Norte de Santánder, con niveles más bajos en el 2012.
A nivel nacional, el promedio es prácticamente el mismo, como se observa en el
siguiente gráfico.
A nivel de variables sociodemográficas, hay diferencias estadísticamente
significativas entre sexos y por estrato socioeconómico. La diferencia entre sexos es
F(1,3413)=17,83, p <.001, en el sentido de que las mujeres perciben menos cultura
ciudadana que los hombres (ver siguiente gráfico).
En cuanto al estrato socioeconómico, la tendencia que se aprecia es una percepción
de mayor cultura ciudadana entre sujetos de mayor estrato socioeconómico, pero los
grupos de sujetos por estrato no son igual de homogéneos, como se aprecia en la tabla 1
[estadístico de Levene (5,3336)=5,23, p <.001]. La diferencia de medias entre los
estratos es F(5,3336)=3,86, p <.01.
Tabla 2. Cultura ciudadana según estrato socioeconómico: promedios y desviaciones típicas.
En cuanto a la edad, esta se correlaciona inversamente con el nivel percibido de
cultura ciudadana: a mayor edad, se percibe menos cultura ciudadana [r de
Pearson(3379)=-0,061, p <.001].
Sobre la conciencia y compromiso por las normas cívicas, la población entrevistada
describe que la ciudadanía en general actúa ocasionalmente con lealtad y un
sentimiento de identidad y afecto por la ciudad. Así mismo, la ciudadanía de manera
ocasional, se preocupa por el bienestar de los demás, muestra tolerancia y cumplen y
respetan las normas establecidas.
El afecto e identidad por la ciudad y los conciudadanos también son descritas por la
muestra como ocasionales, en especial; las actitudes de solidaridad y de respeto por las
normas. La gente quiere la ciudad, sus habitantes valoran el lugar, hay sentimientos de
unión y un compromiso con la ciudad con identidad y afecto por esta.
Estos resultados muestran las deficiencias que posiblemente reflejan la imagen de
las ciudades y de sus habitantes que tienen los entrevistados. Parecen estos resultados
coherentes con los arriba escritos sobre la desconfianza que predominan entre los
ciudadanos, incluso hacia sus familias (DNP, 2006). Es llamativo, además, que los
grupos que suelen mostrar mayor temor al crimen, mujeres y ancianos (Kury y
Ferdinand, 1999) sean los que perciben menores niveles de cultura ciudadana.
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